José Ponte Rangel | Buenos Aires, Argentina
El mes pasado, tuvo lugar en Caracas la visita del Canciller de Irán Mohammad Javad Zarif. Este encuentro diplomático, durante el cual se llevaron adelante diversas entrevistas encabezadas tanto por el dictador Nicolás Maduro como por Delcy Rodríguez, sirvió al funcionario iraní para emitir duras declaraciones contra Occidente en general y Estados Unidos en particular. Unos días antes de este encuentro, Maduro declaraba en conferencia de prensa que le parecía “una muy buena idea” comprarle misiles a Irán.
Por otra parte, además de estos acercamientos oficiales, desde hace años se denuncia la presencia iraní en Venezuela a través de Hezbollah, el cual dirige campos de entrenamiento en el Estado de Apure y en la Isla Margarita. La presencia en territorio venezolano de este grupo extremista libanés, clasificado por varios países como un grupo terrorista, es sin dudas una de las consecuencias más preocupantes que se desprenden de esta relación entre los regímenes de Venezuela e Irán. A nivel regional, los vínculos entre ambos Estados se presentan como una amenaza para la paz y la estabilidad.
Mientras la pobreza, la inflación y las muertes por falta de medicinas aumentan en Venezuela, el régimen de Maduro analiza la idea de gastar millones de dólares en armamento bélico. En paralelo, diversos medios de comunicación y organizaciones políticas y sociales, autodenominadas progresistas o financiadas por el régimen venezolano en distintos lugares del mundo, se dedican a justificar el sufrimiento de los venezolanos culpando a los Estados Unidos por unas sanciones económicas y bloqueos que solo existen en la retórica. Las sanciones impuestas son a figuras ligadas al régimen de Maduro, a las que se les ha descubierto millonarias cuentas en dólares y propiedades, tanto en Estados Unidos como en Europa. De todas formas, suena muy poco lógico pensar que por un bloqueo establecido no se puede comprar alimentos y medicinas, pero sí misiles y armamento militar, ¿no?
Más allá de la inseguridad que puede haber en diversos países, América Latina ha sido un territorio de paz, fuera del alcance de los grandes conflictos bélicos que se dieron a lo largo de la historia y que suceden hoy en día. Sin embargo, el régimen venezolano adopta un discurso belicista que incluye las amenazas de comprar armamento militar de primer nivel como si se preparase para una guerra. El solo hecho de que el dictador Maduro muestre alguna intención de comprar misiles iraníes debería encender las alarmas de la región e inclusive se debería implementar, de forma inmediata, el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca en la Organización de Estados Americanos.
El régimen venezolano, violador sistemático de los Derechos Humanos, profundiza cada vez más los lazos con un gobierno que a su vez tiene fuertes vínculos con organizaciones terroristas en Medio Oriente. Sin embargo, vemos una preocupante inacción de la región latinoamericana frente a esta situación. En parte, por la complicidad de los gobiernos de izquierda, los cuales distinguen entre dictaduras buenas y dictaduras malas, según qué les convenga.
*Las ideas aquí expresadas pertenecen al autor del artículo y no necesariamente son las de la Fundación FREE.
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