José Ponte Rangel | Buenos Aires, Argentina
La política internacional es sin duda uno de los campos más complicados para desarrollarse, constantemente cambia según los intereses de los actores que al final solamente entran al rodeo para buscar y afianzar sus intereses particulares, especialmente con los temas de cooperación, que al final se maneja más por intereses del Estado cooperador que para efectivamente ayudar a otros. América latina es muestra de eso y la complejidad que se desarrolla es aún mayor, principalmente por la poca cultura política y la poca preparación sobre este campo que tienen muchos de los que llegan al poder.
Entre los años 2005 y 2011 el lema “La espada de Bolívar por América Latina” se repetía constantemente y con este se recibía a Hugo Chávez y a los petrodólares de Venezuela con las puertas abiertas, desde México hasta Argentina. Donaciones a hospitales, donaciones para mejorar vías de comunicación, donaciones a universidades, venta de petróleo con descuentos, financiación de campañas electorales y hasta millonarios negocios de importaciones con sobrefacturación, esta fue esa política de “cooperación” que hoy en parte es responsable de la profunda crisis económica y política que sufren los venezolanos.
Los actores de la política internacional, principalmente son los Estados, y aunque estos cambien su administración política, es decir el gobierno, el Estado no queda exento de responsabilidades. Hoy hay un éxodo masivo de venezolanos por el mundo, especialmente por América latina, comparable con otras crisis ya vividas por otros países y que indudablemente hacen surgir susceptibilidades y emociones por parte de nacionales de países receptores del éxodo, no quiero hablar de xenofobia ni mucho menos colocar a los venezolanos en un rol de víctimas, sin embargo tengo que hacer claro, que la crisis que hoy vive Venezuela, en gran parte, es responsabilidad de los Estados que por el beneficio directo que recibían de los petrodólares de Venezuela, guardaron silencio frente al modelo anacrónico y poco democrático que se estaba construyendo en Venezuela.
En este momento no es la intención reprochar ni criticar, considero que es momento de agradecer, agradecer a los ciudadanos de todos los países vecinos que han recibido a miles de venezolanos, a las empresas que han contratado a miles de venezolanos y sin duda a los gobiernos que han ofrecido facilidades para que los venezolanos se puedan radicar legalmente, sin embargo, no puedo ser agradecido con los Estados. Hoy los Estados latinoamericanos han actuado de la peor manera posible frente a la crisis venezolana, los representantes de los Estados, presidentes, cancilleres y embajadores, emiten discursos muy elocuentes y notas de “preocupación” constantemente, sin embargo en política internacional, eso es nada. La realidad es que los discursos sin acción son palabras y las notas de preocupación sin consecuencias son simples titulares de prensa.
Hoy en día los Estados Latinoamericanos siguen dando protección diplomática y reconocimiento de embajadores a ciudadanos implicados en violaciones de los derechos humanos y corrupción, hoy los Estados latinoamericanos no han iniciado una investigación sobre cuentas y propiedades de funcionarios de la dictadura de Venezuela en sus territorios, hoy los Estados latinoamericanos siguen haciendo negocios con la dictadura de Venezuela. Lamentablemente por un lado hay que agradecer a los ciudadanos de los países que han recibido a los venezolanos pero por otro lado hace falta que los Estados entiendan que deben activar la política ya que como actores principales de la política internacional son los protagonistas, mientras los Estados latinoamericanos solamente sigan ofreciendo mantas para dar cobijo a los venezolanos, la situación en Venezuela empeorara y el éxodo será cada vez mayor y esto quizás pueda empezar a producir sentimientos xenofóbicos por parte de los nacionales de países receptores. Sin lugar a dudas las mantas ayudan pero no son suficientes, los Estados latinoamericanos deben actuar como lo que son, actores políticos.
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*Las ideas aquí expresadas pertenecen al autor del artículo y no necesariamente son las de la Fundación Rioplatense de Estudios.
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