Adriana García y Rubén Calderón | Caracas, Venezuela
La República del Ecuador, en el centro de la región latinoamericana es caracterizada por sus grandes extensiones agrícolas, paisajes naturales grandiosos como las islas galápagos, una economía poco desarrollada, pero por sobre todo un panorama institucional muy inestable. El expresidente Rafael Correa había sido el protagonista de las últimas cinco elecciones presidenciales dentro y fuera de la papeleta, en un primer momento como presidente legítimo desde el periodo 2007 hasta 2017, y luego por su sucesor Lenin Moreno electo en el 2017, el cual creó la primera ruptura del correísmo al revelarse en contra del ex mandatario.
Rafael Correa y el difunto ex presidente de Venezuela, Hugo Chávez, mantuvieron lazos muy estrechos. Inclusive llegaron a celebrar diferentes acuerdos bilaterales, además de ser ambos países simpatizantes de la Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América conocido en la región como el ALBA, donde no solo se consolidaron diferentes tratados que no favorecen en lo absoluto a la ciudadanía, sino que se sigue expandiendo la hegemonía chavista que caracterizaría lo que fue el llamado socialismo del siglo xxi. Se podría afirmar en ciertos puntos que el exPresidente Correa fue considerado admirador, y posteriormente heredero de los mecanismos de consolidación de poder, muy parecidos al manejo de gobierno del partido oficialista de Venezuela dirigido por el ex Presidente Chávez. En Ecuador por mucho tiempo existió un plan de gobierno con medidas restrictivas bastante similares a las aplicadas en Venezuela, si bien las condiciones financieras y el poder de influencias era totalmente diferente, sin duda alguna Correa consiguió una gran masa de seguidores gracias a esta métrica populista.
A principios de abril se celebraron elecciones en Ecuador, en las cuales se reconoció por parte del Consejo Nacional Electoral al banquero Guillermo Lasso el triunfo de la primera magistratura del Ecuador. Para Lasso, esta era la tercera vez que intentaba conseguir ser electo presidente, y su llegada al poder ha significado la continuidad de la ruptura con el correísmo, iniciada con la desobediencia del anterior presidente Lenin Moreno, que desarrolló un nuevo panorama de mayor prosperidad para el país. Sin duda alguna esta derrota del correísmo marcará el inicio de una nueva era para Ecuador en el cual se le garantizará un plan agrícola a bajos intereses, una economía de mercado abierta, pero sobre todo la recuperación de la confianza y transparencia de sus instituciones.
¿Será esta una victoria aislada o el inicio del ocaso del Foro de Sao Paulo?
El dilema latinoamericano es comúnmente reducido a izquierdas contra derechas, pero el proceso de las Elecciones Generales de Perú de 2021 nos hace cuestionar esta reducción y el previamente mencionado ocaso. A la espera de la segunda vuelta, los candidatos Pedro Castillo y Keiko Fujimori tomaron la delantera de la primera el 11 de abril del año en curso. Ambos son dos lados de la misma moneada populista que radicalizará la participación política peruana en los próximos años.
Por un lado, Pedro Castillo, miembro de Perú Libre y autodenominado Marxista ha seguido el trayecto discursivo de personajes ya conocidos y que Latinoamérica quisiera pronto abandonar a la memoria histórica como Lula Da Silva y Hugo Chávez: reformas institucionales, procesos constituyentes y las nada nuevas maquilladas expropiaciones cubiertas por supuestas alternativas moderas recién anunciadas. Por el otro, Keiko Fujimori carga con dos derrotas previas, el contencioso legado de su padre y la controversia Odebrecht que se ha llevado, más que dinero, incontables carreras políticas e incluso la vida de Alan García. La refrita propuesta de Fujimori busca incidir en la recuperación agraria y comercial con campañas de fomento y el aumento de capital de financiamiento.
BBC Mundo plantea elocuentemente que este año Perú no elige entre dos candidatos, sino elige entre el antiizquierdismo y el antifujimorismo. Más allá de izquierdas, derechas y legados, la derrota del Correísmo en Ecuador se mantendrá como un vestigio esperanzador en el cual la corrupción tan predicada por la esfera de influencia del Foro de Sao Paulo es la única ganadora. No estamos tan cerca del ocaso como quisiéramos, así que solo queda esperar que el abrazador calor del mediodía sea breve, pues su intensidad ha sido innegable.
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*Las ideas aquí expresadas pertenecen al autor del artículo y no necesariamente son las de FREE.
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