“La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo” — Nelson Mandela.
Como bien señalan distintos estudios, una sociedad moderna, libre y próspera tiene como principal activo su capital humano, compuesto principalmente por la educación formal. En Argentina, la educación ha constituido desde siempre un factor indispensable para lograr movilidad social ascendente, progreso individual y familiar.
La educación es una inversión. Y en la medida en que los gobiernos de turno no lo prioricen, difícilmente podamos ver lineamientos y políticas públicas creadas específicamente para mejorar esas condiciones tan necesarias para continuar progresando. Gary Becker, Premio Nobel de Economía, decía: “El desarrollo económico de un país comienza en el aula”. Con su teoría del capital humano nos enseña que la inversión en la educación explica el crecimiento económico de una Nación.
El Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) de la UCA recientemente publicó un informe titulado: “La educación de los argentinos en clave de recursos y estructuras de oportunidades” (1). El mismo detalla que “todo niño nace potencialmente educable”, entendiendo así que el contexto social y las condiciones de vida materiales actúan como obstáculos o facilitadores de ese desarrollo en todas las potencialidades.
El informe pone de manifiesto cómo las condiciones de vida determinan el acceso y el recorrido escolar, expulsando a miles de jóvenes de la posibilidad de culminar sus estudios. Lo cierto es que mucho se habla de la cantidad de adolescentes que no terminan el secundario en nuestro país, pero poco sabemos sobre el camino de vulnerabilidad que recorren esos niños y niñas hasta llegar a tener déficit educativo (ya sea por abandono o por sobreedad en la cursada).
El diagnóstico que revela el informe tiene que ver con las distintas etapas de los niños y jóvenes en relación con el acceso a la educación, la escolarización y los logros educativos. También con la intención de optimizar los recursos que despliegan las familias para lograr mejores resultados en la escolarización.
La desigualdad económica es un factor muy relevante en cuanto a la estructuración de los logros educativos. Esto representa que la desigualdad social en Argentina es muy significativa debido a que estos logros educativos están altamente condicionados por el nivel de ingreso que poseen las familias. Sin embargo, muchas familias pueden reforzar esas potencialidades y salir adelante de todos modos.
Algunas de las variables/ indicadores que logran aproximarse en el informe:
Pienso que como sociedad debemos romper con prejuicios tales como: “Si no tuviste educación y sos pobre es porque no te interesa nada y sos haragán”. No siempre las personas logran lo que se proponen sólo con esfuerzo. Son múltiples las variables que contribuyen al fracaso escolar. Son factores objetivos que van más allá del voluntarismo.
Ahora bien, ¿es una prioridad nacional la Educación hoy en Argentina? Creo que es muy necesario invertir en infraestructura para lograr cambios y buscar soluciones, darle un lugar importante en la agenda nacional a la Educación ya que será nuestro capital humano el que nos hará crecer. Como también, contar con establecimientos ricos en recursos humanos y valores adecuados para asistir a sectores vulnerables. En definitiva, ninguna reforma educativa será suficiente sin mayor equidad en el acceso al bienestar. De ahí que esas estructuras deben ir acompañadas por múltiples recursos y esfuerzos en el seno interno de las familias y hogares, dando oportunidades para poder crecer. ¿Lo lograremos?
(1) Informe OSDA, (2020), “La educación de los argentinos en clave de recursos y estructuras de oportunidades”.
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Las ideas aquí expresadas pertenecen al autor del artículo y no necesariamente son las de la Fundación Rioplatense de Estudios.