José Ponte Rangel | Buenos Aires, Argentina
El Foro para el Progreso de América del Sur, un nuevo intento, una nueva alternativa que promete principalmente no convertirse en una instancia ideológica sino respetar los diferentes puntos de vista, principal motivo de fracaso de su antecesora, la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR).
Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay y Perú decidieron dar un paso adelante con la conformación de este nuevo espacio y abandonar la UNASUR, que se encontraba totalmente acéfala desde el 31 de enero del 2017, cuando culminó su periodo el colombiano Ernesto Samper.
El día de hoy nadie puede negar la gran expectativa creada por UNASUR, bajo la cual parecía que América del Sur lograba finalmente un espacio donde los jefes de Estados podrían pensar políticas y acciones en conjunto y a largo plazo. Sin embargo, el interés de Hugo Chávez por exportar el modelo político del socialismo del siglo XXI prevaleció sobre el interés regional, y validado por el poder económico del que gozaba Venezuela en aquel entonces, logró aliados importantes que empezaron a autodestruir la esencia de UNASUR, que principalmente buscaba la unión en la diversidad.
Prosur nace con gobiernos liderados por presidentes de diferentes tendencias ideológicas. Inclusive la firma del tratado constitutivo, realizada en Santiago de Chile, fue acompañado por la observación de Bolivia, Surinam y Uruguay, Estados que han sido los que hoy en día han mostrado mayor apoyo al régimen de Nicolás Maduro, heredero de la revolución chavista en Venezuela.
Las líneas principales de Prosur están orientadas a consolidar una estructura poco burocrática y que tenga objetivos específicos que puedan ser medibles. Entre los discursos de los líderes fundadores se resaltó enfáticamente la defensa y el fortalecimiento de la democracia, de los derechos humanos y el impulso de una economía que busque beneficios sociales.
El reto de Prosur será consolidarse como un foro político, social y económico que establezca políticas de mediano y largo plazo que no se vean afectadas por el cambio de gobiernos dentro de los países. A su vez, los órganos de toma de decisiones deben ser democráticos y evitar tomar decisiones solo cuando todos estén de acuerdo, ya que la votación por consenso fue una de las razones de la acefalía de UNASUR.
Prosur debe establecer objetivos reales y alcanzables para así evitar las frustraciones, y finalmente las discusiones anacrónicas entre izquierdas y derechas deben ser superadas, dejando de pensar constantemente en la historia para poder enfocarse en el futuro. América del Sur es una región que lo puede todo, pero es necesario entender que hay que hacerlo poco a poco para no caer nuevamente en un fracaso.
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*Las ideas aquí expresadas pertenecen al autor del artículo y no necesariamente son las de la Fundación Rioplatense de Estudios.
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